Testimonio: un corazón herido, hiere

En nuestro actuar diario podemos ofender con palabras o acciones. Sin el deseo de justificarme, mi actuar en la vida era según lo aprendido en mis primeros años, repetía los patrones equivocados vividos.
 
Creía que no merecía nada, que nadie me amaba, que no era capaz física o mentalmente de iniciar o lograr algo en la vida, vivía en depresión creyendo que la muerte era el único objetivo. Cargaba cadenas que no me correspondían, que me alejaban cada día más de las bendiciones de Dios; es más: no sabía que la felicidad existía.
 
Pero cuando decidí perdonar y recibir el perdón de Dios, mis ojos espirituales fueron abiertos, comprendí que las familias perfectas no existen, pero que, si contamos con una, es una bendición divina. Conocí el amor propio, los lindos amaneceres que nos recuerdan que Dios nos regaló una oportunidad más para disfrutar su presencia, porque sus misericordias son nuevas cada mañana.
 
Aprendí que cada uno tiene una relación personal con Dios, que en algún momento de la vida Él te hace un llamado y te hace saber que te ama, que ya te perdonó, que tienes designado un plan de vida escrito por Él mismo, no puedes esconderte, no importa tu edad, condición económica, tus virtudes o defectos.
 
Dios te brindará los dones y herramientas para que esa misión con la que naciste se cumpla.
 
Si lo hizo conmigo, también lo hará contigo, porque lo único que Él necesita es un corazón dispuesto y sano para servirle. Ahora mi vida tiene sentido, tiene un propósito. (Romanos 8:28) "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados"
 
Fragmento de "El perdón" ANTOLOGÍA 7 -PERDONADO- Por Vicky Monge Franco

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