La gran mayoría cree que la felicidad se consigue con dinero. Es que está muy arraigado aquel concepto: “Los ricos son felices”, o este otro: “Cuando tengamos un poco más de dinero seremos felices”.
Pero, algo que advierto en mucha gente es que se ponen “metas” para ser felices. Por ejemplo: “Cuando nos casemos seremos felices”, pero cuando se casan opinan que será después de tener un hijo. (¡Ah...un hijo será lo máximo!”). Cuando comprobamos los problemas que generan esos simpáticos enanos, nuestra forma de pensar se modifica: “Tendremos más paz y estaremos más contentos cuando los chicos sean un poco más grandes”. Y no tardamos en frustrarnos cuando chocamos con los dolores de cabeza que traen los adolescentes. Y entonces admitimos que: “Cuando más grandes los hijos, más grandes los problemas”.
Y sigue la felicidad escondida detrás de más metas:
“Nuestra vida será feliz cuando yo consiga un mejor puesto en la empresa”.
“Cuando tengamos la casa propia...ahí sí”.
“Cuando nos podamos comprar un buen auto”.
“Seremos felices cuando podamos comenzar a irnos de vacaciones”
Y al final pensamos: “Cuando me jubile estaremos en paz y allí sí seremos felices”.
¿Se dio cuenta que nos perdemos de disfrutar la vida por ponernos metas? Nuestra vida estará SIEMPRE llena de conflictos. Es bueno darnos cuenta de esto y decidir ser felices a pesar de los conflictos.
A todos, en Nicaragua, en USA, en España, en México, a todos nos pasa lo mismo. Siempre tendremos una deuda por pagar, un juicio por enfrentar, alguna enfermedad por sanar… ¡Un hijo que encaminar! No piense que cuando solucione eso será feliz… aparecerán otros conflictos.
Dice la sabia Palabra de Dios: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. (Mateo 6:34).
Lo que le conviene es comenzar a pensar que todos esos obstáculos más muchas otras cosas ¡CONSTITUYEN SU VIDA!
Entender esto es clave. Le ayudará a descubrir que no hay un CAMINO a la felicidad. ¡La felicidad YA ES EL CAMINO! Crea esto: La felicidad no es una meta, es el trayecto. Es un camino que, de pronto, es pavimentado y de pronto de tierra y lleno de pozos. De pronto es luminoso y de pronto oscuro…
Atesore cada momento de su vida. Sepa ver belleza en las pequeñas cosas. Devórese cada día. Si es posible comparta cada momento con “alguien especial”. ¡Y deje de ponerse metas para ser feliz!
Si ese alguien es lo suficientemente especial, las alegrías de cada día serán alegrías dobles y los fracasos serán medios fracasos.
Por Marcelo Laffitte