Cuando la tentación golpea la puerta..

Las cifras de divorcios en la actualidad son alarmantes. Y una de las principales causas es el adulterio. Los porcentajes de hombres y mujeres que caen en esta dolorosa falta moral son prácticamente parejos. Pero, aunque el adulterio es una tragedia que golpea fuerte a las familias, hay formas de prevenir ese tsunami emocional y espiritual que causa tanto estrago.

 

En casa lo vivimos. Junto a mi madre y mi hermana, sufrimos el adulterio de nuestro padre. Fue, realmente, una experiencia devastadora. No solo por el dolor de la traición, sino por el daño emocional, económico y espiritual que nos dejó.
 
Por eso, con la intención de sumar mi granito de arena, hoy quiero compartir una clave para evitar, a tiempo, el engaño en la pareja.
Esa clave es: RECONOCER LAS SEÑALES DE ADVERTENCIA.
 
¿Qué significa esto?
Un cristiano que se conoce a sí mismo no puede ignorar ciertas señales. Y, mucho menos, jugar con ellas. Dice la Palabra: “El avisado ve el mal y se aparta; el simple sigue adelante y sufre las consecuencias” (Proverbios 22:3).
 
Cuando uno recibe “señales llamativas” del sexo opuesto —una mirada insinuante, una sonrisa sugestiva, una palabra seductora— debe tomar medidas preventivas de inmediato.No es inocente. No es inofensivo. No es “nada”. Es una alarma encendida. 
 
¿Y qué significa tomar medidas preventivas en la práctica?
Es alejarse con determinación de esa persona desde el momento mismo en que se detecta el riesgo. La Biblia no dice: “dialoga con la tentación” ni “negocia con tus emociones”. Dice claramente: “Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22).
 
Uno puede tener 80 años y sentir pasiones juveniles. De hecho, en una reunión de hombres de la tercera edad en la que me tocó ministrar, hice un llamado a la oración espontánea. Nunca olvidaré la oración de un líder muy respetado de mi país. Aquel anciano, con cruda honestidad, dijo:“Señor, no permitas por favor que me convierta en un viejo verde”. No fue para reírse. Era el clamor de un hombre que sabía lo fácil que es desviarse cuando se baja la guardia.
 
Las pasiones juveniles son emociones engañosas, pero las emociones pueden ser controladas. Dios no nos dejó sin recursos:“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (dominio propio); contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22–23).
 
La tentación no es pecado. El mismo Jesús fue tentado en todo, pero sin pecado (Hebreos 4:15). Todos, absolutamente todos —seamos creyentes o no—, seremos tentados.
 
Y todos seremos confrontados muchas veces en la vida con ese momento decisivo, donde tenemos que elegir entre el gran SÍ y el gran NO.
Recuérdalo siempre: Debes decir NO cada vez que el SÍ te lleve a traicionar, a dañar, o a caminar fuera de la voluntad de Dios. “Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados más de lo que podéis resistir, sino que con la tentación proveerá también la salida, para que podáis soportarla” (1 Corintios 10:13).
 
Hoy puede ser un día para decidirte a ser firme. Para cerrar puertas que nunca debiste abrir. Para poner límites donde hay señales de peligro.
Porque cuando la tentación golpea la puerta, solo una decisión a tiempo puede evitar el dolor que llega después.
 
Por Marcelo Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.