Qué hay en tu corazón

El carácter del cristiano es revelado en las pruebas, allí es donde queda al descubierto lo que verdaderamente hay en el corazón de la persona que dice tener fe.
“Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos”. Deuteronomio 8:2
 
Podemos hablar de Cristo y pregonar nuestra fidelidad hacia Él pero el Señor que conoce nuestro corazón nos permite pasar por pruebas que nos abren los ojos, muchas veces nuestro carácter y nuestros pensamientos son completamente contrarios a lo que profesamos ser y Dios nos mostrará, nos hará ver que en realidad no estamos siendo 100% dependientes de Él como proclamamos; en las pruebas nuestro corazón es humillado, reconocemos todas nuestras falencias, nos sometemos a su soberana voluntad y aprendemos a esperar con paciencia la respuesta de Dios.
 
En el Salmo 32 el Señor dice: te haré entender y te enseñaré el camino por el cual debes andar
 
¡Que buena noticia! ¿no? Pero también nos advierte a no ser como el mulo o el caballo que si no se le pone un freno no quiere sujetarse, no quiere obedecer.
 
"Los mulos y los caballos son tercos y no quieren aprender; para acercarse a ellos y poderlos controlar, hay que ponerles rienda y freno. ¡No seas tú como ellos!" Salmos 32:9
 
Muchos cristianos en todo el mundo han aprendido a ser Cristo dependientes al atravesar las peores pruebas de sus vidas, las pruebas que el Señor nos permite siempre van a ser para bien, el resultado final será para acercarnos más a Él, cómo Job que al fin de sus grandes y terribles pruebas pudo reconocer: De oídas te había oído más ahora mis ojos te ven.
 
Toda crisis, problemas, situación adversa nos hará mejores cristianos, más dependientes de Dios, menos autosuficientes, con cada una de ellas va muriendo un poco de nuestro yo y aprendemos a darle a Él el control absoluto de todo lo que nos acontece, nos volvemos Cristo dependientes.
 
 
Luego de ser humillados, Dios nos levanta, pero renacidos, con la mente renovada, con un carácter firme y con las actitudes correctas hacia Dios y hacia los demás.
 
 
Así como los niños que deben pasar por exámenes en la escuela y no pasan de grado hasta que no tengan los conocimientos aprendidos, nosotros también pasaremos por las mismas pruebas hasta que el producto final sea humildad y dependencia de Dios.
 
 
"Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra". Salmos 119:67
 
CENTRO CRISTIANO PUERTA ABIERTA
Sáenz Peña-Chaco

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