Con Rachel, fue amor a primera vista. Con Lea, tuvo que aprender a amar. Tu cosecha vendrá de las cosas menos atractivas de tu vida, cosas que tienes que aprender a amar.
El domingo es mi Raquel. La semana, a veces, es mi Lea. Pero el crecimiento real se produce durante la semana.
La predicación es mi Raquel. El ayuno es mi Lea. No crezco cuando predico, sino cuando ayuno.
Las llamadas telefónicas son mis Raqueles. Las llamadas al altar son mis Leas.
Los equipos de alabanza dominical son Raqueles. Los ensayos son Leas.
Los sermones son Raqueles. Los estudios bíblicos en el hogar son Leas.
Al final te casas con ambas.
Pero será mejor que aprendas a amar a Lea, porque de ahí viene tu multiplicación.
Estás gastando todo tu tiempo y esfuerzo para ganar a Raquel, pero al final, Cristo viene a través de Lea.
El propósito de esta enseñanza es aprender a amar no solo la bendición, sino el proceso, la lucha y la espera, de Dios viene la recompensa....
Autor: Mike Meligan