Una vestidura nueva para cada paso de obediencia

José es el protagonista de esta historia que quiero contar. Desde niño supo ganarse el corazón de su padre llamado Jacob. Era uno de los más jóvenes de los doce hijos del patriarca. Desde temprana edad demostró tener talentos que genéticamente recibió al ser concebido. Y luego, Dios mismo impartió dones que lo hacían un tanto diferente al resto de su propia familia.
Llamado también “el soñador”, tuvo que sobrellevar la burla y envidia de sus propios hermanos, al punto de que quisieron hacerlo desaparecer de la faz de la tierra, tratando de impedir que se cumpliera el propósito del Señor en la vida de José.
 
Citaremos algunos pasajes de la Biblia que describen de manera más precisa parte del desarrollo de esta tremenda historia, que espero sea de tu agrado y edificación para estos tiempos en que vivimos y, como decimos habitualmente: “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”. Es difícil reconocer que las injusticias que recibimos nos puedan servir para alcanzar un verdadero crecimiento espiritual. Sin embargo, podemos comprenderlo cuando obedecemos, incluso en medio de la adversidad.
 
La obediencia tiene que ver con realizar una acción, la sumisión tiene que ver con la actitud que tomamos frente a lo que obedecemos.
 
La vida de José nos deja muchas enseñanzas.
Miremos un poco más de cerca a este joven y sus vestiduras:
1) La túnica de colores: Representa una etapa de grandeza, pero con falta de madurez. Dios tenía planes con José. En ese momento, lo único que él tenía era la posición de privilegio que su padre le daba, pero carecía de la madurez para manejar esa grandeza.
2) La vestidura de esclavo: Movidos —¿Cuándo no?— por la envidia y los celos, los hermanos de José decidieron deshacerse de él y terminaron vendiéndolo como esclavo. José fue despojado de su túnica de colores y de todos sus privilegios. Sus propios hermanos le cambiaron su túnica de colores por una túnica de esclavo. Esta es la etapa donde el enemigo trata de hacernos creer que no somos hijos de Dios. Sin embargo, fue allí donde José comenzó a consolidar sus convicciones.
 
3) La vestidura de prisionero: En los momentos de aflicción solemos pensar que Dios se olvidó de nosotros. Pero Él, siempre y cuando tengamos una actitud correcta, nos dará favor y gracia, y nos hará justicia cuando seamos juzgados, acusados o criticados. José había obtenido nuevamente sus privilegios, sin embargo, su carácter debía seguir siendo formado, por lo que a raíz de un incidente con la esposa de su amo Potifar, perdió de nuevo sus privilegios y fue a dar a la cárcel con vestiduras de prisionero.
4) La vestidura de hombre libre: Por el favor y la gracia que Dios le dio para interpretar sueños, y su servicio y buena actitud de corazón, a José le fue cambiada la vestidura de esclavo por la vestidura de hombre libre, aun en la peor de las situaciones.
 
5) La vestidura de gobernador: Esta vestidura representa la etapa de victoria, el resultado de nuestra actitud correcta frente a las circunstancias. Es aquí donde Dios nos da los recursos para triunfar, porque tenemos la madurez suficiente para llevar dignamente la posición y las bendiciones que Él pone en nuestras manos.
 
José guardaba el dolor de todo lo que había sufrido. Había decidido olvidarse de su familia, sin tener en cuenta que estaba cumpliendo el propósito de Dios. Esto es lo que muchas veces hacemos, nos cegamos por el dolor y nos olvidamos el propósito por el cual fuimos creados. Dios necesitaba sanar a José para llevar a cabo Su plan y salvar al pueblo de Israel.
 
Cuando sueltes tu dolor entenderás tu propósito. Con la posición viene la provisión, pero para cumplir el plan de Dios, debes renunciar a tu propia justicia. Déjalo a Dios actuar, Él siempre llega a tiempo.
 
Nunca dejes de soñar y no permitas que nadie te arrebate los sueños y el propósito que Dios tiene para ti. Tienes que saber que: “A una acción, le corresponde una reacción”. Y no todos reaccionarán positivamente al ver tu desarrollo y avance, pero eso no debe ser una excusa para que tú persistas en lo que has creído y para lo que te has preparado.
 
Amigo: sigue avanzando y no abandones por nada.
Que Dios te bendiga.
 
Por el Pastor Miguel Echegaray (Fragmento)
 

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