¿Eres maduro espiritualmente?

He aquí un análisis que realizó  Marcelo Laffitte para saber si somos maduros espiritualmente

1. DEJA ESPACIO PARA LA FE.
Hay muchos cristianos que se frustran porque quieren entenderlo todo. Pero en el Reino de Dios no todo se puede razonar. Dios, en muchas ocasiones, es difícil de entender, y ahí es donde entra la fe. Pretender explicarlo todo limita el espacio para lo sobrenatural.
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor” (Isaías 55:8).
Las personas demasiado analíticas corren el riesgo de bloquear la acción de Dios, porque se apoyan más en su razonamiento que en la fe.
“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia” (Proverbios 3:5).

2. LIBÉRATE DEL ESPÍRITU DE HIPERSENSIBILIDAD.
Quitemos de nuestra vida el espíritu de hipersensibilidad, ese que nos lleva a ofendernos por todo y ver fantasmas donde no los hay.
Pidámosle a Dios que nos convierta en "inofendibles", personas que saben ignorar ofensas y arrancar los “rollos” innecesarios de nuestra cabeza.
“El que tarda en airarse es grande de entendimiento; el que es impaciente exalta la necedad” (Proverbios 14:29).
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

3. VE A LA IGLESIA CON LA MOTIVACIÓN CORRECTA.

Si tu única razón para ir a la iglesia es que te vea el pastor o calmar tu conciencia, es preferible que te quedes en casa. Dios no busca apariencias, sino corazones sinceros. Ve con la motivación correcta:
• Dar gracias a Dios por sus cuidados.
• Tener comunión con los hermanos en la fe.
• Ser transformado a la luz de la Palabra predicada.
“Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
“Entrad por sus puertas con acción de gracias, y por sus atrios con alabanza” (Salmo 100:4).

4. LA CULPA: UN ARMA LETAL DEL DIABLO.
Una de las armas más letales del diablo es la culpa. Susurros constantes como:
“No predicas, no oras, no cantas, no sirves para nada”.
La solución es recordar que somos un Cuerpo, y no todos tenemos las mismas funciones. Cada miembro tiene un propósito único. No caigas en la comparación o la condenación.
“Así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:5).
“No hay condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

5. ORA CON SENCILLEZ Y CONFIANZA.
Hay creyentes que se autocondenan porque creen que no saben orar, que sus oraciones son imperfectas y que por eso Dios no los escucha. ¡Eso es un engaño del enemigo!
“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros” (Romanos 8:26).
“Jesús vive siempre para interceder por nosotros” (Hebreos 7:25).
Cuando nuestra oración llega al Señor, llega perfecta y poderosa porque el Espíritu Santo la transforma. Por eso, ¡OREMOS CON FE! No hace falta usar palabras floridas ni discursos elaborados. Dios busca un corazón sincero.
“Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).
“El Señor está cerca de todos los que le invocan con sinceridad” (Salmo 145:18).
Confía en Dios, permite que te transforme, y deja de lado la culpa y la autoexigencia. Camina en fe, humildad y oración sincera. Dios te escucha y está más cerca de ti de lo que imaginas

Por Marcelo Laffitte

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