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Cuando llegue la prueba, tendríamos que recordar la salida en: la palabra

Mientras predicaba en la ciudad de Corrientes, me sorprendí diciendo algo que me pareció sumamente importante y digno de repetirlo hasta el cansancio. ¿Qué es lo que dije? Mientras hablaba de la enorme importancia que tiene la lectura disciplinada de la Biblia, mencioné que es preferible no leerla cuando solo buscamos tranquilizar la conciencia para poder decir: “Hoy leí la Palabra”. Que tampoco había que abrirla cuando solo pretendíamos impresionar a alguien que vive con nosotros. Que solo hay que buscar la sabiduría que encierra cuando deseamos, honestamente, conocer más a nuestro Dios y mejorar la manera de vivir a la luz de sus principios.

Y a continuación expresé lo que me llamó la atención. Dije que si leemos diariamente la Escritura llegará un momento en que comenzará a funcionar, de manera natural, la eficiente dinámica de que cada vez que la vida nos presente una prueba, automáticamente vendrá a nosotros la solución mediante un pasaje bíblico.
Hemos repetido muchas veces que la Biblia contiene una sabia respuesta para cada problema que pueda preocupar al cristiano. Lo negativo es desconocer la existencia de esas soluciones escritas.

Para poder usarlas en el momento en que las pruebas lleguen a nuestras vidas solo hay un camino: leer y meditar de manera perseverante sus páginas. Insisto, porque vale la pena insistir, el “punto caramelo” de la lectura de la Biblia se alcanza cuando encontramos, rápidamente, el consejo de Dios a la par en que aparecen los problemas o pruebas propios de la vida.

Repito esto de manera más clara porque es muy importante dejarlo grabado: Si somos lectores diarios de la Palabra, llegará un momento en que cada vez que se nos presente un problema en la vida cotidiana, inmediatamente, de manera natural, vendrá a nosotros lo que Dios nos aconseja hacer en esos casos. Y todo consejo tomado de la Biblia, sabemos muy bien, es el mejor consejo.

Nada más certero que la denominación que se ha ganado la Biblia: “El manual del fabricante”. Una buena síntesis para explicar que el “inventor” de este “aparatejo” llamado ser humano, tuvo la genial –y misericordiosa- idea de dejarnos a mano un libro con el camino que debemos tomar ante cualquier desperfecto. ¡Qué Dios más bueno el que seguimos!

Cierro con un pequeño ejemplo sobre la enseñanza de hoy: Si alguien me ofende, la reacción que me indica la Palabra es: “El sabio pasa por alto la ofensa”. Proverbios 19:11
Por Marcelo Laffitte

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